martes, 8 de febrero de 2022

Delfines

Los delfines son un tipo de mamíferos cetáceos pertenecientes a la familia Delphinidae. Pueden vivir más de 30 años en cautividad y tienen una longitud de 3,5 metros aproximadamente. En la naturaleza, estos nadadores elegantes pueden alcanzar velocidades de más de 30 kilómetros por hora. Durante sus desplazamientos surgen a menudo a la superficie del mar para respirar, haciéndolo una media de dos o tres veces por minuto. Viajan en grupos sociales y se comunican entre sí por un complejo sistema de chirridos y silbidos que del mismo modo les sirve para eco localizar a sus presas. Pueden producir hasta 1.000 "ruidos de clic" por segundo. Estos sonidos viajan bajo el agua hasta que encuentran objetos, luego regresan a sus remitentes de delfines, revelando la ubicación, tamaño y forma de su objetivo. Se trata de animales muy inteligentes que no dejan de sorprender a los científicos pues han mostrado capacidades de aprendizaje y cognición muy superiores a las de otras especies.

Se encuentran en los océanos tropicales y otras aguas cálidas de todo el mundo. Antaño fueron cazados extensamente por su carne y grasas usadas en lámparas de aceite y para cocinar. Hoy en día, la pesca del delfín se encuentra muy limitada, no obstante, los delfines siguen amenazados por la pesca comercial de otras especies como el atún, y pueden quedar mortalmente enredados en redes y otros equipos de pesca.

Las Hembras De Delfín Poseen Un Clítoris Funcional.

El hallazgo de una estructura similar a un clítoris repleto de nervios sensoriales y cuerpos eréctiles en la entrada vaginal de los delfines mulares sugiere que para estos mamíferos el sexo podría tener un papel incluso más importante de lo que se pensaba.

Como los humanos, las hembras de delfín tienen un clítoris funcional destinado a la generación de placer sexual femenino. Al menos esta es una de las principales conclusiones de un estudio que bajo el título Evidence of a Functional Clitoris in Dolphins se publica recientemente en la revista Current Biology. Los hallazgos se basan en el descubrimiento de una estructura similar a un clítoris ubicada en la entrada vaginal de los delfines mulares repleta de nervios sensoriales y cuerpos eréctiles.

“El clítoris de los delfines tiene muchas características que sugieren que funciona para proporcionar placer a las hembras”, cuenta la autora principal del artículo, Patricia Brennan, quien es profesora asistente de ciencias biológicas en el Mount Holyoke College de Massachusetts.

Los científicos siempre han sabido que los delfines son animales extremadamente sociales que mantienen relaciones sexuales durante todo el año como forma de forjar y mantener vínculos sociales. De hecho, también ya se había observado con anterioridad que las hembras de estos delfines poseen un clítoris en un lugar que haría probable la estimulación durante la cópula, así como se había informado de hembras de la especie que se frotan el clítoris entre sí con el hocico y las aletas.

En este nuevo estudio Brennan y sus colegas decidieron observar más de cerca el clítoris de los delfines, para lo que se asomaron a los órganos sexuales de 11 hembras que habían muerto de forma natural y los examinaron en busca de la presencia de cuerpos eréctiles para saber sobre su forma y configuración. También observaron cómo las fibras nerviosas atravesaban los tejidos, y todo lo que vieron apoya la noción de un clítoris funcional en los delfines.

"Al igual que el clítoris humano, el clítoris de los delfines tiene grandes áreas de tejido eréctil que se llenan de sangre", explica Brennan. "La forma del tejido eréctil cambia a medida que los animales se vuelven adultos", añade sugiriendo que es en la madurez cuando adquieren un papel funcional.

Los estudios muestran además que el cuerpo del clítoris tiene nervios grandes y muchas terminaciones nerviosas libres justo debajo de la piel, que es mucho más delgada en esta zona que en las adyacentes. También encontraron corpúsculos genitales muy similares a los descritos anteriormente en el clítoris humano y la punta del pene, de los cuales se sabe que están involucrados en la respuesta del placer.

En general, Brennan sostiene que los cuerpos eréctiles de los delfines son sorprendentemente similares a la forma de los cuerpos eréctiles de los humanos. “Dado que toda la pelvis de los delfines es tan diferente a la nuestra, fue sorprendente ver tanta similitud”, cuenta la investigadora. “Además, el tamaño de los nervios en el cuerpo del clítoris fue muy sorprendente. Algunos tenían más de medio milímetro de diámetro".

Brennan y su equipo sintió curiosidad por el clítoris de los delfines mientras estudiaban la evolución de las vaginas en estos animales. “Cada vez que diseccionábamos una vagina, veíamos este gran clítoris y teníamos curiosidad por saber si alguien lo había examinado en detalle para comprobar si funcionaba lo hace en nuestra especie”. “Sabíamos que los delfines tienen relaciones sexuales no solo para reproducirse, sino también para solidificar los lazos sociales, por lo que parecía probable que el clítoris pudiera cumplir con la función de proporcionar placer”.

Los investigadores señalan que se han realizado pocos estudios sobre el clítoris y el placer sexual femenino en la naturaleza. De hecho, incluso el clítoris humano no se describió completamente hasta la década de 1990. “Esta negligencia en el estudio de la sexualidad femenina nos ha dejado una imagen incompleta de la verdadera naturaleza de los comportamientos sexuales”, añade Brennan. "Estudiar y comprender los comportamientos sexuales en la naturaleza es una parte fundamental para comprender la experiencia animal e incluso podría tener importantes aplicaciones médicas en el futuro", concluye. Su equipo continuará examinando el clítoris y los genitales de los delfines y muchos otros vertebrados para ayudar a llenar estos vacíos.

La Inteligencia De Los Delfines.

Pese a los avances de la ciencia, dicen los investigadores, gran parte de la cognición de los delfines sigue siendo un misterio. Los científicos estudian cómo romper la barrera comunicativa entre delfines y humanos.

Bahamas.

Un grupo de delfines oceánicos nada frente a las islas del norte de las Bahamas, donde las aguas son excepcionalmente claras. Tres generaciones de estos animales sociales 300 individuos a lo largo de 30 años han sido objeto de estudio del programa subacuático con delfines salvajes más longevo del mundo, dirigido por Denise Herzing.

Un gran cerebro.

En proporción a su tamaño corporal, el delfín mular como estos del Instituto de Ciencias Marinas de Roatán, Honduras tiene uno de los cerebros más grandes del reino animal. Los científicos tratan de descodificar sus complejas vocalizaciones.

Bahía de Oahu, Hawai.

Un grupo de delfines acróbatas de hocico largo regresa de una incursión alimentaria a una bahía de Oahu, Hawai. Locuaces y gregarios, los delfines de esta especie se juntan en grupos que pueden sumar miles de individuos.

Órdenes y señales.

Interpretar la orden de Stan Kuczaj la flecha significa «vuelve a bajar al fondo» es un juego de niños para este delfín mular de Roatán. «Observar a los delfines mientras resuelven problemas como este es esencial para comprender su forma de pensar», dice el científico.

El Delfín Más Grande.

Una orca, el delfín de mayor tamaño, se lanza sobre la playa en Punta Norte, Argentina, para cazar una cría de león marino. Esta conducta de riesgo a veces acaba varada se transmite de madres a crías y se observa en pocos lugares.

Creando Un Nuevo Lenguaje.

Denise Herzing (a la derecha), que estudia a los delfines en las Bahamas, lleva un ordenador que emite silbidos como los de estos animales. Confía sentar así las bases de un léxico compartido.

Lenguaje Corporal.

Los delfines se comunican con el cuerpo además de con sonidos. Cuando un delfín oscuro salta fuera del agua frente a la costa de la Patagonia podría estar enviando una señal a sus congéneres: aquí hay buena comida, venid.

Animales Sociales.

Los delfines cooperan en ingeniosas estrategias de alimentación. Los delfines oscuros de la Patagonia acorralan bancos de anchoas para que formen esferas, que luego engullen por turnos. Un pingüino de Magallanes y una pardela se suman al banquete.

Un Talento Extraordinario Para Resolver Problemas.

Estos dos delfines mulares de los cayos de Florida aprendieron al vuelo que el único modo de quitar la tapa a un tubo de PVC lleno de pescado era cooperar.

Parque Six Flags De Vallejo, En California.

Lo que parece una tarea de poco valor es en realidad un test de habilidades cognitivas. En el parque Six Flags de Vallejo, en California, un delfín mular utiliza el hocico para sacar una bola de gelatina comestible de un laberinto de tubos. Estos ejercicios de «enriquecimiento cognitivo» pueden mejorar el bienestar de los delfines cautivos.

Caza Con Barro.

En la bahía de Florida los delfines mulares han ideado una forma única de capturar mújoles: rodearlos de cortinas de lodo. Cuando los peces saltan por encima de los anillos de barro para escapar, van a parar a la boca bien abierta de los delfines.

Bimini, Bahamas.

Tras haber examinado el lecho oceánico mediante ecolocación en busca de peces ocultos, un delfín frente a la costa de Bimini, en las Bahamas, hace el pino en el fondo para extraer la presa de la arena con su hocico.

Kona, Hawai.

En aguas de Kona, Hawai, unos delfines acróbatas de hocico largo pasan la mañana adornándose con hojas. El juego es una parte importante de la vida social de los delfines y se cree que es crucial para su desarrollo cognitivo.

La jefa de adiestradores Teri Turner Bolton contempla a dos jóvenes delfines machos llamados Héctor y Han, cuyos hocicos asoman del agua mientras esperan con atención la siguiente orden. Los delfines mulares del Instituto de Ciencias Marinas de Roatán (RIMS), un centro turístico y de investigación situado en la isla hondureña homónima, son veteranos de los espectáculos. Han sido entrenados para obedecer la orden de describir tirabuzones en el aire, deslizarse por la superficie del agua manteniendo el equilibrio sobre la cola y saludar con las aletas pectorales a los turistas que varias veces por semana llegan al complejo en cruceros.

Pero a los científicos del RIMS les interesa más estudiar su mente que admirar sus actuaciones. Cuando con la mano se les hace la señal de «innovar», Héctor y Han saben que deben sumergirse y expulsar una burbuja de aire, o salir del agua con un salto parabólico, o descender hasta el fondo, o efectuar cualquiera de los otros diez o doce ejercicios que completan su repertorio, pero sin repetir ninguno de los que ya hayan exhibido en esa sesión. Lo más increíble es que suelen entender que en cada sesión deben intentar algún ejercicio nuevo. Bolton aprieta las palmas de las manos sobre la cabeza la señal de innovar y acto seguido junta los puños la señal de «tándem». Con esos dos gestos ha indicado a los delfines que hagan un ejercicio que ella aún no haya visto en esa sesión y que además lo efectúen simultáneamente.

Héctor y Han desaparecen bajo el agua. Con ellos está un psicólogo comparativo llamado Stan Kuczaj, equipado con traje de neopreno, tubo de buceo y una gran videocámara sumergible provista de hidrófonos. Kuczaj graba varios segundos de gorjeos audibles entre Héctor y Han y a continuación su cámara los inmortaliza girando despacio y al unísono, y agitando la aleta caudal tres veces simultáneamente.

Fuera del agua Bolton junta los pulgares y los dedos corazón, lo que indica a los delfines que perseveren en esa innovación cooperativa. Y así lo hacen. Los dos mamíferos de 180 kilos de peso cada uno se sumergen de nuevo, vuelven a intercambiar varios silbidos agudos y expulsan al mismo tiempo una burbuja de aire. Luego describen una pirueta a dúo. Y se yerguen sobre la cola. La sesión concluye tras ocho secuencias de sincronización prácticamente perfecta. Hay dos explicaciones posibles a este extraordinario comportamiento. O bien uno de los delfines imita al otro con tanta celeridad y exactitud que crea la ilusión de estar coordinados. O bien no se trata de una ilusión en absoluto: cuando intercambian silbidos bajo el agua, están literalmente debatiendo un plan.

Cuando un chimpancé observa una pieza de fruta o cuando un gorila espalda plateada se da golpes en el pecho para ahuyentar a otro macho que pretende acercarse, es difícil no vernos un poco reflejados en sus comportamientos y aun imaginar lo que deben de estar pensando esos animales. Al fin y al cabo, nosotros somos también grandes simios, y muchas veces su inteligencia se nos antoja una versión reducida o al menos familiar de la nuestra. Pero los delfines son otra cosa. Ellos «ven» con sonar y lo hacen con una precisión tan formidable que a 30 metros son capaces de distinguir si un objeto es de metal, plástico o madera. Es más, pueden «espiar» los impulsos sonoros de ecolocación de otros delfi­nes para averiguar qué es lo que «miran» sus con géneres. A diferencia de los primates, carecen de respiración automática y se cree que durante el sueño solo desactivan la mitad del cerebro. Manejan cada globo ocular por separado. Constituyen una suerte de inteligencia alienígena con la que compartimos planeta; observarlos quizá sea lo más parecido a estar con un extraterrestre.

Los Delfines "Ven" Con Sonar Con Tal Precisión Que, A 30 Metros Pueden Distinguir Entre Un Objeto De Metal, Plástico O Madera.

Los delfines son extraordinariamente locuaces. No solo emiten silbidos y chasquidos, sino también series de sonidos fuertes de banda ancha: ráfagas de sonidos pulsátiles para instruir a sus crías y ahuyentar a los tiburones. La ciencia siempre se ha preguntado qué significan todos esos sonidos, si es que significan algo. Lo lógico sería pensar que un animal de cerebro grande y naturaleza extremadamente social no desperdiciaría tanta energía en generar ruidos bajo las olas a no ser que esas vocalizaciones encierren algún tipo de contenido con significado. Pero después de 50 años de estudios, nadie ha logrado identi­ficar las unidades básicas de vocalización de los delfines ni sus mecanismos de combinación.

«Si consiguiéramos identificar una pauta que vincule vocalización y conducta, estaríamos ante un logro mayúsculo», afirma Kuczaj, quien a sus 64 años es prácticamente el científico del ramo que más artículos ha publicado sobre la cognición de los delfines. Cree que el trabajo que lleva a cabo en el RIMS con los delfines sincronizados podría ser la piedra de Rosetta que permitiría descifrar la comunicación de estos mamíferos, aunque añade: «La sofisticación de los delfines los hace fascinantes, pero también tremendamente difíciles de estudiar».

 


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