Los delfines son un tipo de mamíferos cetáceos pertenecientes a la familia Delphinidae. Pueden vivir más de 30 años en cautividad y tienen una longitud de 3,5 metros aproximadamente. En la naturaleza, estos nadadores elegantes pueden alcanzar velocidades de más de 30 kilómetros por hora. Durante sus desplazamientos surgen a menudo a la superficie del mar para respirar, haciéndolo una media de dos o tres veces por minuto. Viajan en grupos sociales y se comunican entre sí por un complejo sistema de chirridos y silbidos que del mismo modo les sirve para eco localizar a sus presas. Pueden producir hasta 1.000 "ruidos de clic" por segundo. Estos sonidos viajan bajo el agua hasta que encuentran objetos, luego regresan a sus remitentes de delfines, revelando la ubicación, tamaño y forma de su objetivo. Se trata de animales muy inteligentes que no dejan de sorprender a los científicos pues han mostrado capacidades de aprendizaje y cognición muy superiores a las de otras especies.
Se encuentran en los océanos
tropicales y otras aguas cálidas de todo el mundo. Antaño fueron cazados
extensamente por su carne y grasas usadas en lámparas de aceite y para cocinar.
Hoy en día, la pesca del delfín se encuentra muy limitada, no obstante, los
delfines siguen amenazados por la pesca comercial de otras especies como el
atún, y pueden quedar mortalmente enredados en redes y otros equipos de pesca.
Las Hembras
De Delfín Poseen Un Clítoris Funcional.
El hallazgo de una estructura
similar a un clítoris repleto de nervios sensoriales y cuerpos eréctiles en la
entrada vaginal de los delfines mulares sugiere que para estos mamíferos el
sexo podría tener un papel incluso más importante de lo que se pensaba.
Como los humanos, las hembras
de delfín tienen un clítoris funcional destinado a la generación de placer
sexual femenino. Al menos esta es una de las principales conclusiones de un
estudio que bajo el título Evidence of a Functional Clitoris in Dolphins se publica
recientemente en la revista Current Biology. Los hallazgos se basan en el
descubrimiento de una estructura similar a un clítoris ubicada en la entrada
vaginal de los delfines mulares repleta de nervios sensoriales y cuerpos
eréctiles.
“El clítoris de los delfines
tiene muchas características que sugieren que funciona para proporcionar placer
a las hembras”, cuenta la autora principal del artículo, Patricia Brennan,
quien es profesora asistente de ciencias biológicas en el Mount Holyoke College
de Massachusetts.
Los científicos siempre han
sabido que los delfines son animales extremadamente sociales que mantienen
relaciones sexuales durante todo el año como forma de forjar y mantener
vínculos sociales. De hecho, también ya se había observado con anterioridad que
las hembras de estos delfines poseen un clítoris en un lugar que haría probable
la estimulación durante la cópula, así como se había informado de hembras de la
especie que se frotan el clítoris entre sí con el hocico y las aletas.
En este nuevo estudio Brennan
y sus colegas decidieron observar más de cerca el clítoris de los delfines,
para lo que se asomaron a los órganos sexuales de 11 hembras que habían muerto
de forma natural y los examinaron en busca de la presencia de cuerpos eréctiles
para saber sobre su forma y configuración. También observaron cómo las fibras
nerviosas atravesaban los tejidos, y todo lo que vieron apoya la noción de un
clítoris funcional en los delfines.
"Al igual que el clítoris
humano, el clítoris de los delfines tiene grandes áreas de tejido eréctil que
se llenan de sangre", explica Brennan. "La forma del tejido eréctil
cambia a medida que los animales se vuelven adultos", añade sugiriendo que
es en la madurez cuando adquieren un papel funcional.
Los estudios muestran además
que el cuerpo del clítoris tiene nervios grandes y muchas terminaciones
nerviosas libres justo debajo de la piel, que es mucho más delgada en esta zona
que en las adyacentes. También encontraron corpúsculos genitales muy similares
a los descritos anteriormente en el clítoris humano y la punta del pene, de los
cuales se sabe que están involucrados en la respuesta del placer.
En general, Brennan sostiene
que los cuerpos eréctiles de los delfines son sorprendentemente similares a la
forma de los cuerpos eréctiles de los humanos. “Dado que toda la pelvis de los
delfines es tan diferente a la nuestra, fue sorprendente ver tanta similitud”,
cuenta la investigadora. “Además, el tamaño de los nervios en el cuerpo del
clítoris fue muy sorprendente. Algunos tenían más de medio milímetro de
diámetro".
Brennan y su equipo sintió
curiosidad por el clítoris de los delfines mientras estudiaban la evolución de
las vaginas en estos animales. “Cada vez que diseccionábamos una vagina,
veíamos este gran clítoris y teníamos curiosidad por saber si alguien lo había
examinado en detalle para comprobar si funcionaba lo hace en nuestra especie”.
“Sabíamos que los delfines tienen relaciones sexuales no solo para
reproducirse, sino también para solidificar los lazos sociales, por lo que
parecía probable que el clítoris pudiera cumplir con la función de proporcionar
placer”.
Los investigadores señalan que
se han realizado pocos estudios sobre el clítoris y el placer sexual femenino
en la naturaleza. De hecho, incluso el clítoris humano no se describió
completamente hasta la década de 1990. “Esta negligencia en el estudio de la
sexualidad femenina nos ha dejado una imagen incompleta de la verdadera
naturaleza de los comportamientos sexuales”, añade Brennan. "Estudiar y
comprender los comportamientos sexuales en la naturaleza es una parte
fundamental para comprender la experiencia animal e incluso podría tener
importantes aplicaciones médicas en el futuro", concluye. Su equipo
continuará examinando el clítoris y los genitales de los delfines y muchos
otros vertebrados para ayudar a llenar estos vacíos.
La Inteligencia
De Los Delfines.
Pese a los avances de la
ciencia, dicen los investigadores, gran parte de la cognición de los delfines
sigue siendo un misterio. Los científicos estudian cómo romper la barrera
comunicativa entre delfines y humanos.
Bahamas.
Un grupo de delfines oceánicos
nada frente a las islas del norte de las Bahamas, donde las aguas son
excepcionalmente claras. Tres generaciones de estos animales sociales 300
individuos a lo largo de 30 años han sido objeto de estudio del programa
subacuático con delfines salvajes más longevo del mundo, dirigido por Denise
Herzing.
Un gran cerebro.
En proporción a su tamaño
corporal, el delfín mular como estos del Instituto de Ciencias Marinas de Roatán,
Honduras tiene uno de los cerebros más grandes del reino animal. Los
científicos tratan de descodificar sus complejas vocalizaciones.
Bahía de Oahu, Hawai.
Un grupo de delfines acróbatas
de hocico largo regresa de una incursión alimentaria a una bahía de Oahu, Hawai.
Locuaces y gregarios, los delfines de esta especie se juntan en grupos que
pueden sumar miles de individuos.
Órdenes y señales.
Interpretar la orden de Stan
Kuczaj la flecha significa «vuelve a bajar al fondo» es un juego de niños para
este delfín mular de Roatán. «Observar a los delfines mientras resuelven
problemas como este es esencial para comprender su forma de pensar», dice el
científico.
El Delfín Más Grande.
Una orca, el delfín de mayor
tamaño, se lanza sobre la playa en Punta Norte, Argentina, para cazar una cría
de león marino. Esta conducta de riesgo a veces acaba varada se transmite de
madres a crías y se observa en pocos lugares.
Creando Un Nuevo
Lenguaje.
Denise Herzing (a la derecha),
que estudia a los delfines en las Bahamas, lleva un ordenador que emite
silbidos como los de estos animales. Confía sentar así las bases de un léxico
compartido.
Lenguaje Corporal.
Los delfines se comunican con
el cuerpo además de con sonidos. Cuando un delfín oscuro salta fuera del agua
frente a la costa de la Patagonia podría estar enviando una señal a sus
congéneres: aquí hay buena comida, venid.
Animales Sociales.
Los delfines cooperan en
ingeniosas estrategias de alimentación. Los delfines oscuros de la Patagonia
acorralan bancos de anchoas para que formen esferas, que luego engullen por
turnos. Un pingüino de Magallanes y una pardela se suman al banquete.
Un Talento
Extraordinario Para Resolver Problemas.
Estos dos delfines mulares de
los cayos de Florida aprendieron al vuelo que el único modo de quitar la tapa a
un tubo de PVC lleno de pescado era cooperar.
Parque Six Flags De Vallejo,
En California.
Lo que parece una tarea de
poco valor es en realidad un test de habilidades cognitivas. En el parque Six
Flags de Vallejo, en California, un delfín mular utiliza el hocico para sacar
una bola de gelatina comestible de un laberinto de tubos. Estos ejercicios de
«enriquecimiento cognitivo» pueden mejorar el bienestar de los delfines
cautivos.
Caza Con Barro.
En la bahía de Florida los
delfines mulares han ideado una forma única de capturar mújoles: rodearlos de
cortinas de lodo. Cuando los peces saltan por encima de los anillos de barro
para escapar, van a parar a la boca bien abierta de los delfines.
Bimini, Bahamas.
Tras haber examinado el lecho
oceánico mediante ecolocación en busca de peces ocultos, un delfín frente a la
costa de Bimini, en las Bahamas, hace el pino en el fondo para extraer la presa
de la arena con su hocico.
Kona, Hawai.
En aguas de Kona, Hawai, unos
delfines acróbatas de hocico largo pasan la mañana adornándose con hojas. El
juego es una parte importante de la vida social de los delfines y se cree que
es crucial para su desarrollo cognitivo.
La jefa de adiestradores Teri
Turner Bolton contempla a dos jóvenes delfines machos llamados Héctor y Han,
cuyos hocicos asoman del agua mientras esperan con atención la siguiente orden.
Los delfines mulares del Instituto de Ciencias Marinas de Roatán (RIMS), un
centro turístico y de investigación situado en la isla hondureña homónima, son
veteranos de los espectáculos. Han sido entrenados para obedecer la orden de
describir tirabuzones en el aire, deslizarse por la superficie del agua
manteniendo el equilibrio sobre la cola y saludar con las aletas pectorales a
los turistas que varias veces por semana llegan al complejo en cruceros.
Pero a los científicos del
RIMS les interesa más estudiar su mente que admirar sus actuaciones. Cuando con
la mano se les hace la señal de «innovar», Héctor y Han saben que deben
sumergirse y expulsar una burbuja de aire, o salir del agua con un salto
parabólico, o descender hasta el fondo, o efectuar cualquiera de los otros diez
o doce ejercicios que completan su repertorio, pero sin repetir ninguno de los
que ya hayan exhibido en esa sesión. Lo más increíble es que suelen entender
que en cada sesión deben intentar algún ejercicio nuevo. Bolton aprieta las
palmas de las manos sobre la cabeza la señal de innovar y acto seguido junta
los puños la señal de «tándem». Con esos dos gestos ha indicado a los delfines
que hagan un ejercicio que ella aún no haya visto en esa sesión y que además lo
efectúen simultáneamente.
Héctor y Han desaparecen bajo
el agua. Con ellos está un psicólogo comparativo llamado Stan Kuczaj, equipado
con traje de neopreno, tubo de buceo y una gran videocámara sumergible provista
de hidrófonos. Kuczaj graba varios segundos de gorjeos audibles entre Héctor y
Han y a continuación su cámara los inmortaliza girando despacio y al unísono, y
agitando la aleta caudal tres veces simultáneamente.
Fuera del agua Bolton junta
los pulgares y los dedos corazón, lo que indica a los delfines que perseveren
en esa innovación cooperativa. Y así lo hacen. Los dos mamíferos de 180 kilos
de peso cada uno se sumergen de nuevo, vuelven a intercambiar varios silbidos
agudos y expulsan al mismo tiempo una burbuja de aire. Luego describen una
pirueta a dúo. Y se yerguen sobre la cola. La sesión concluye tras ocho
secuencias de sincronización prácticamente perfecta. Hay dos explicaciones
posibles a este extraordinario comportamiento. O bien uno de los delfines imita
al otro con tanta celeridad y exactitud que crea la ilusión de estar
coordinados. O bien no se trata de una ilusión en absoluto: cuando intercambian
silbidos bajo el agua, están literalmente debatiendo un plan.
Cuando un chimpancé observa
una pieza de fruta o cuando un gorila espalda plateada se da golpes en el pecho
para ahuyentar a otro macho que pretende acercarse, es difícil no vernos un
poco reflejados en sus comportamientos y aun imaginar lo que deben de estar
pensando esos animales. Al fin y al cabo, nosotros somos también grandes
simios, y muchas veces su inteligencia se nos antoja una versión reducida o al
menos familiar de la nuestra. Pero los delfines son otra cosa. Ellos «ven» con
sonar y lo hacen con una precisión tan formidable que a 30 metros son capaces
de distinguir si un objeto es de metal, plástico o madera. Es más, pueden
«espiar» los impulsos sonoros de ecolocación de otros delfines para averiguar
qué es lo que «miran» sus con géneres. A diferencia de los primates, carecen de
respiración automática y se cree que durante el sueño solo desactivan la mitad
del cerebro. Manejan cada globo ocular por separado. Constituyen una suerte de
inteligencia alienígena con la que compartimos planeta; observarlos quizá sea
lo más parecido a estar con un extraterrestre.
Los Delfines
"Ven" Con Sonar Con Tal Precisión Que, A 30 Metros Pueden Distinguir
Entre Un Objeto De Metal, Plástico O Madera.
Los delfines son
extraordinariamente locuaces. No solo emiten silbidos y chasquidos, sino
también series de sonidos fuertes de banda ancha: ráfagas de sonidos pulsátiles
para instruir a sus crías y ahuyentar a los tiburones. La ciencia siempre se ha
preguntado qué significan todos esos sonidos, si es que significan algo. Lo
lógico sería pensar que un animal de cerebro grande y naturaleza extremadamente
social no desperdiciaría tanta energía en generar ruidos bajo las olas a no ser
que esas vocalizaciones encierren algún tipo de contenido con significado. Pero
después de 50 años de estudios, nadie ha logrado identificar las unidades básicas
de vocalización de los delfines ni sus mecanismos de combinación.
«Si consiguiéramos identificar
una pauta que vincule vocalización y conducta, estaríamos ante un logro
mayúsculo», afirma Kuczaj, quien a sus 64 años es prácticamente el científico
del ramo que más artículos ha publicado sobre la cognición de los delfines.
Cree que el trabajo que lleva a cabo en el RIMS con los delfines sincronizados
podría ser la piedra de Rosetta que permitiría descifrar la comunicación de
estos mamíferos, aunque añade: «La sofisticación de los delfines los hace
fascinantes, pero también tremendamente difíciles de estudiar».